Una pregunta tal vez no difícil de responder, hasta cuando esa persona se va y uno sufre la ausencia, porque después de tantos años de estar ayudando a salir o mejorar sus problemas de salud, Dios decide llamarle al descanso de sus dolencias crónicas. Yo siempre he pensado en que uno no debe volverse insensible ante el dolor ajeno y menos cuando han sido por años ese trato. Una amistad correspondida, una confidente, una amiga que en determinado momento debemos anteponer la profesión y no dejar que el corazón nos haga tambalear sobre las decisiones difíciles a tomar. ¿Hasta donde debe ser la relación médico - paciente? A pesar del dolor sigo pensando en que debe ser hasta donde el corazón dicte y nos gane.
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