domingo, 10 de marzo de 2013

El ejercicio físico supervisado mejora calidad de vida y capacidad funcional en la IC, pero ¿reduce eventos?


Escrito por Dr. Fernando De Torres Alba

08/10/2012 | Cardiología Hoy / JACC: Journal American College of Cardiology

Se trata de un pequeño estudio prospectivo aleatorizado en el que se analiza el papel de un programa de ejercicio supervisado de 10 años de duración en pacientes con insuficiencia cardiaca en la capacidad funcional y en la calidad de vida de este grupo de enfermos. Además, analiza los eventos clínicos en el seguimiento.

Contenido elaborado por la Sección de Riesgo Vascular y Rehabilitación Cardiaca
Se aleatorizaron 123 pacientes con insuficiencia cardiaca de varias etiologías, con FEVI

En el grupo “entrenado” el VO2 pico aumentó un 14,7% a los 10 años, mientras que en el grupo “no entrenado”, el VO2 pico disminuyó ligeramente, un 2,5%, con una diferencia a los 10 años del 21,8%, que suponen una diferencia absoluta de 3,6 mL/kg/min entre los dos grupos (p=0,01).  En el grupo “entrenado” el VO2 pico se mantuvo por encima del 60% del predicho para el sexo y la edad a lo largo de los 10 años, mientras que en el “no entrenado” fue menor del 55% (65,3 ± 3% vs. 52 ± 8%, p
Los autores concluyen que los pacientes con insuficiencia cardiaca que siguieron un programa de ejercicio supervisado, mejoraron su capacidad funcional y su calidad de vida, y que esta mejoría se asoció con una reducción de hospitalizaciones y de muertes por causa cardiovascular.

Comentario
Se trata de un pequeño estudio de ejercicio físico supervisado en pacientes con insuficiencia cardiaca, que destaca por su seguimiento particularmente largo (10 años), inhabitual en este tipo de estudios. También es atípica la forma en la que se administró el programa de ejercicio en el grupo “entrenado”: inicialmente 2 sesiones semanales en una unidad de Rehabilitación Cardiaca hospitalaria (2 meses), y posteriormente dos sesiones semanales en un “club coronario”, una asociación local sin ánimo de lucro de promoción del ejercicio y los cambios en el estilo de vida para pacientes con enfermedad cardiovascular. Posiblemente gracias a este tipo de abordaje se consiguieron las también llamativas cifras de adherencia al programa que nos presenta este estudio (un 88%).
Los resultados muestran que tanto el VO2 pico como la calidad de vida mejoraron sustancialmente durante el primer año, manteniéndose de forma más o menos estable a lo largo de los 10 años del seguimiento. Los autores comparan sus resultados en una interesante discusión con los del mayor estudio aleatorizado de ejercicio físico en insuficiencia cardiaca realizado hasta la fecha , el HF-ACTION que aleatorizó 2.331 pacientes a recibir o no un programa de ejercicio domiciliario durante 12 meses, que mostró solo un 4% de mejoría en la capacidad funcional medida por VO2, y no consiguió demostrar beneficio del ejercicio en el objetivo primario de rehospitalizaciones o mortalidad. Los autores remarcan que las principales diferencias, y por tanto las posibles explicaciones a la discrepancia de resultados, se deben a que en el presente estudio el ejercicio físico fue altamente supervisado, alcanzando los objetivos de entrenamiento en un mayor número de pacientes, y con mayor tasa de adherencia, en comparación con el HF-ACTION, así como la duración del mismo (10 años frente a 2,5 años en el HF-ACTION).

En cuanto a los eventos clínicos, tal y como señalan los propios autores, los resultados deben interpretarse con cautela, ya que se trata de un estudio pequeño sin potencia estadística suficiente para detectar diferencias en mortalidad o rehospitalizaciones. Además, tal y como señala el editorial de D. J, Whellan que acompaña al artículo, la baja mortalidad global (un 12% a 10 años) hace pensar en que se trata de un grupo de bajo riesgo. Además en comparación con el HF-ACTION, solo un 46% de los pacientes estaban bajo tratamiento con betabloqueantes y solo un 7% eran portadores de DAI, frente a un 84% y un 40% respectivamente en el HF-ACTION, siendo estas intervenciones que han demostrado mejorar la supervivencia en estos pacientes, estas diferencias podrían explicar en parte la importante reducción del riesgo que se encontró en el grupo “entrenado” de este estudio en comparación con la discreta reducción del riesgo que demostró el estudio HF-ACTION.

Es probable que la clave del éxito de los resultados de este estudio no se base tanto en la supervisión del ejercicio, sino en la adherencia al mismo. De hecho, subanálisis del estudio HF-ACTION mostraron que aquellos pacientes con mayor adherencia al programa tuvieron mejores resultados clínicos. Y la importante adherencia al ejercicio conseguida en este trabajo se debe probablemente a que se desarrolló en un entorno local extrahospitalario, accesible y que permitió un alto grado de interacción social entre los pacientes, aumentando en gran medida la motivación y por tanto la adherencia. Los centros de ejercicio extrahospitalarios con personal especializado tipo “club coronario” como las que propone este trabajo suponen no solo un medio para desarrollar un programa de ejercicio, sino un abordaje integral de la enfermedad en estos pacientes, resultando muy difícil cuantificar el efecto aislado del ejercicio y separarlo del resto de intervenciones cardiosaludables que se desarrollan en estos grupos. Así, este interesante modelo, aparentemente sencillo, podría resultar muy eficiente para el abordaje de la Rehabilitación Cardiaca en pacientes con insuficiencia cardiaca.

Referencia
* 10-Year exercise Training in Chronic Heart Failure: A Randomized Controlled Trial
  • Belardinelli R, Georgiou D, Cianci G, y Purcaro A.
  • J Am Coll Cardiol 2012 DOI:10.1016/j.jacc.2012.06.036.

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