martes, 24 de agosto de 2010

INSULINA



INSULINA:
La insulina es una hormona secretada por las células beta de los islotes de Langerhans.
Al circular la sangre a través del páncreas, las células beta “leen” el nivel de glucosa y secretan la cantidad apropiada de insulina.

En personas sin diabetes, la respuesta insulínica fisiológica normal se caracteriza por un nivel bajo y constante de insulina basal, que aumenta ligeramente a lo largo de la noche para suprimir la producción de glucosa en el hígado, y que se dispara (bolus) con el aumento de glucosa u otros nutrientes después de comer.

Estas subidas son proporcionales al tamaño y composición de cada comida. Normalmente, las subidas de insulina tienen su pico a los 20 ó 30 minutos de haber comido, y la insulina circulante vuelve a niveles basales tras 2 horas.

La insulina es fundamental para vivir y tiene muchas funciones diferentes:
1. A nivel celular, la insulina se une a los receptores de la superficie de la célula. Esto causa una reacción que permite que la glucosa penetre en la célula.
2. La insulina también hace descender la glucosa al suprimir la producción. de la misma en el hígado. Para esto sólo se necesita una pequeña cantidad de insulina, como la de la insulina basal. Cuando hay más insulina disponible, se estimula la absorción de glucosa a nivel periférico (tejido adiposo y músculos).
3. La insulina regula la conversión de la glucosa en triglicéridos y la descomposición de los triglicéridos en ácidos grasos en las células adiposas. Una cantidad adecuada de insulina hará que la glucosa se almacene en forma de triglicéridos en las células adiposas. Cuando caen los niveles de insulina, los triglicéridos se descomponen.
4. La insulina inhibe la enzima lipasa, que descompone la grasa almacenada en ácidos grasos y glicerol.
Cuando los niveles de glucosa en sangre son normales, la insulina ayuda a las enzimas de las células del músculo a mantener la masa muscular promoviendo la absorción de aminoácidos y previniendo la descomposición de las proteínas.

Las personas con diabetes tipo 1 necesitan insulina para sobrevivir; no se pueden controlar mediante agentes orales.
Hay algunas pocas pruebas que sugieren que es seguro el uso de metformina durante el primer mes de gestación.
Sin embargo, no hay pruebas al respecto de otros agentes hipoglucemiantes orales. Por lo tanto, el uso de agentes orales no está recomendado durante el embarazo. Lo ideal sería que las mujeres con diabetes tipo 2 que utilizan medicamentos hipoglucemiantes orales cambien a un tratamiento con insulina antes de quedarse embarazadas. Los medicamentos hipoglucemiantes no deberían recomendarse hasta después del parto y tras terminar con la lactancia.

Las personas con diabetes tipo 2 podrían necesitar un tratamiento temporal con insulina durante períodos en los que sus niveles de glucosa en sangre se mantengan altos, como en un evento quirúrgico o enfermedad.
Hay varios tipos distintos de insulina en el mercado. su acción difiere en cuanto a su inicio, pico y duración.
Debido a su corta duración, las insulinas de acción corta o rápida se suelen utilizar para imitar la subida o bolus de insulina observada en una persona sin diabetes tras la ingesta de comida.

Debido a su duración más larga, las insulinas de acción intermedia o prolongada se utilizan para aportar la cobertura de la insulina basal.
Es importante destacar que los tiempos de acción mostrados en esta tabla son aproximados, y que diferirán de un individuo a otro. También serán distintos en un mismo individuo según el día.

Factores que influyen sobre la absorción y, por lo tanto, sobre el tiempo de acción de la insulina. Por ejemplo, en la presencia de lipohipertrofia (acumulación anormal de grasa bajo la piel en áreas de inyección repetida), la cantidad de insulina absorbida podría verse reducida hasta en un 25%.

Se sabe que la inyección de grandes volúmenes de insulina influye sobre la absorción de insulina al prolongar o retrasar el efecto pico de la insulina (a veces, si una persona utiliza una dosis de más de 50 unidades, y los niveles de glucosa en sangre no están dentro del intervalo esperado, puede ser beneficioso repartir la dosis en dos inyecciones).
La insulina podría absorberse a un ritmo más rápido o más lento en algunos lugares que en otros, aunque esto podría no ser así en el caso de los análogos de la insulina.
Ejercitar el área de inyección podría hacer que la insulina se absorba más rápidamente debido a un aumento de flujo sanguíneo en el miembro que se ejercita.
A temperaturas más altas, o cuando el área se ha calentado, por ejemplo, frotándola, la insulina podría absorberse más rápidamente.

El tipo de insulina también influirá sobre la absorción. En general, los análogos de la insulina tienen menos variabilidad que las insulinas convencionales. Sin embargo, la absorción de la insulina NPH es altamente variable, especialmente en caso de re suspensión incompleta de la insulina.
Si hay un análogo de la insulina de acción prolongada, se puede utilizar para reemplazar la de acción intermedia en un régimen basal/bolus. Los beneficios de este enfoque son que no hay picos y que aporta una cantidad constante de insulina basal durante las 24 horas.
También reduce el número de inyecciones. Sin embargo, deberíamos destacar que, en algunas personas, es necesario administrar análogos de la insulina de acción prolongada dos veces al día para aportar la cobertura insulínica adecuada durante las 24 horas.

Jamás la utilización de la insulina se da como castigo por no haber seguido las recomendaciones, simplemente el páncreas ha dejado de trabajar y producir insulina y por eso habrá que aplicarla externamente.

La insulina debería inyectarse en el tejido subcutáneo. En algunas personas que están muy delgadas, esto podría suponer un problema. Se puede formar un bolsillo en el que inyectar la insulina pellizcando unos dos o tres centímetros de piel y separándola del músculo.

La insulina a temperatura ambiente se nota menos que la insulina fría recién sacada del refrigerador.
Según la longitud de la aguja, debería insertarse en un ángulo de entre 45o y 90º. Si se inserta en un ángulo inferior a 45o, no se absorberá igual y podría causar irritación en la zona (si se inyecta por vía intradérmica en vez de subcutánea).
La mayoría de las agujas son de 12mm de longitud. Una persona delgada debería inyectarse a 45o para evitar inyectarse en el músculo. Las inyecciones intramusculares serían más dolorosas y, debido a que el flujo sanguíneo es mayor en el músculo, se absorbería más rápidamente. Sin embargo, en algunos países, se encuentran agujas más cortas, de 8mm ó 6mm. Cuando utilicemos una aguja más corta, deberíamos insertarla a 90o.

Cuando nos inyectamos en casa, no nos frotaremos con un algodón y alcohol como parte de la rutina. Sin embargo, si la persona vive o trabaja en un entorno poco higiénico, el área debería lavarse. Si se utiliza, el alcohol debería secarse antes de inyectar.

Las jeringas y agujas suelen ser desechables. Todo el aparato debería tirarse tras un solo uso. Sin embargo, por conveniencia, disponibilidad y costes, a menudo las jeringas se reutilizan. En estos casos, debería insistirse categóricamente en que sólo una persona use la aguja.

Si las personas tienen deficiencias visuales, cargar una jeringa que tenga grandes marcas (cada 5 ó 10 unidades) puede ayudar en la exactitud de carga.
Las plumas son muy convenientes y fáciles de usar, y reducen los errores de dosis. Sin embargo, algunos pacientes de avanzada edad podrían encontrar difícil cargar un nuevo cartucho en la pluma. Esto se puede remediar utilizando plumas pre cargadas y desechables.

Es importante el tiempo de las insulinas de acción más corta en relación a una comida a fin de maximizar el efecto de la insulina.
La insulina soluble lleva tiempo en ser absorbida. Por lo tanto, debería inyectarse 30 minutos antes de las comidas.
La insulina de acción rápida se absorbe rápidamente, de modo que debería inyectarse no más de 15 minutos antes de comer. Lo ideal sería inyectarla inmediatamente antes de comer.

En algunos casos, como cuando las personas no están seguras de la cantidad que van a comer (como es el caso de los niños pequeños), se puede inyectar insulina de acción rápida después de comer. De este modo, las dosis de insulina se pueden ajustar para cubrir apropiadamente la cantidad consumida.

La insulina de acción intermedia o prolongada se puede tomar a cualquier hora y no necesita tomarse en función de una comida.
Todos los viales o cartuchos de insulina llevan su fecha de caducidad impresa. La fecha de caducidad indica antes de qué día se puede utilizar un vial o cartucho sin abrir.
Una vez que el vial o cartucho está abierto, debería tirarse tras un mes, incluso si queda algo de insulina, ya que la potencia de la insulina se pierde con el paso del tiempo.

La potencia de la insulina también se ve afectada por el frío y el calor. Por lo tanto, la insulina no debería congelarse ni almacenarse bajo la luz directa ni en áreas calientes.

Cualquiera que utilice un tratamiento con insulina puede sufrir una hipoglucemia; sin embargo, hay más probabilidades de que esto ocurra si la persona tiene diabetes tipo 1, especialmente si ha perdido su capacidad de respuesta contra reguladora.
La insulina hace que disminuya la descomposición de las grasas e incrementa la formación de las mismas. Por lo tanto, suele haber un aumento de peso asociado al comienzo o intensificación del tratamiento con insulina. También va asociado a las dosis excesivas de insulina. Por lo tanto, todos los pacientes que inicien un tratamiento con insulina deberían ser revisados por un dietista para minimizar el aumento de peso excesivo o inapropiado.

La lipohipertrofia es una acumulación anormal de grasas bajo la piel, que se puede producir en áreas de inyección repetida de insulina. Es un efecto secundario frecuente que se puede minimizar pidiendo a las persona que vayan rotando los lugares de inyección de la insulina.
La lipoatrofia se produce debido a la pérdida de grasa subcutánea como resultado de la inyección repetida. Es raro que se produzca si se utiliza insulina humana. Otros efectos secundarios poco frecuentes son el edema insulínico y la alergia a la insulina. El edema insulínico se asocia al comienzo o intensificación del tratamiento con insulina en pacientes con mucho sobrepeso, que han tenido períodos extensos de mal control o que se han estado administrado mucha menos insulina de la necesaria.

La reacción alérgica suele tomar forma de inflamación y enrojecimiento local, pero podría ser una reacción sistémica. Podría deberse ya sea a los conservantes o a la propia insulina.

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